Hoy es un miércoles de
miércoles,
de descocados y descolocados
roles,
cólico colérico de
coleccionables coles,
rotula con sutura y soltura
una ruptura,
y murmura en el mural del
muro
que conjugo con jugo un
conjuro que juro,
disfruto sus frutos
corruptos,
impoluto y de luto con flor
de loto,
me inmuto y conmuto una
multa,
que abulta inculta e
insultante,
el resultante estante del
remanente ente,
enterado de estar enterrado y
encerrado
en su tumba a los tumbos;
suena una rumba sin rumbo,
así zumbo como zombi una
zamba
Mientras aleteo en mi loteo,
leo y me veo como un pez en
paz,
incapaz capataz de ser capa
rapaz,
oteado como moteado y muteado
mutante,
ante quien disputo sus putos
puntos de vista
y paso vista de entrevistas
en revistas recontravistas;
así entreveo y reveo el
entrevero,
entre verosimilitudes
similares a lares
de ninguna laguna y alguna
impune
puna que pena una pana,
empina y empoma una empanada
rellena de amada pomada
y un pomo lleno de nada;
encona macana una cana que
está en cana,
se come las comas y apunta a
los puntos
que despuntan las puntas
disjuntas,
arrejunta un conjunto entero
de punteros,
guerreros de arreos de reos
con condena,
horda que reordena la cadena
oficial.
Rememora la rémora que mora a
deshora,
ahora que ahorra deshonra la
trémula mula
y se inmola con amoladora,
se muele las muelas y las
muletillas,
huele a tortilla con gusto a
frutilla,
peladilla ladilla que pela y
apela
a la pesadilla que pesa
espesa,
como esposa que posa y osa
una prosa escribir,
como escriba que describe y
suscribe
una escritura o un escrito en
mi escritorio de escritor,
inscripto y suscripto a una
cripta descripta como apta,
que capta y rapta, coopta y
repta en un concepto inepto,
disecta en la recta erecta
que afecta al infecto insecto,
un feto perfecto afecto al
efecto banana,
como nana de rana marrana
que amarra en el marrón
morrón romo
de las románticas masticaciones
místicas,
cual tarotísticas
revelaciones tántricas.
Un prelado pelado de lado
colado,
calado como ladeado beodo,
dorado viscigodo colgado,
con el ojo en compota, se
comporta
como el ortopédico polvo
pédico
que impide desopilantes
desplantes;
discípulo sin escrúpulos
(ni ampulosas amputaciones)
que pulula pulposo de cópulas
crápulas,
pule y se fuma la fama infame
que enferma
y se interna con linterna en
la eterna caverna
donde cabe de cabo a rabo el
rabón
destino clandestino de un
clan,
el desatino que desata y data
el recatado rescate del
recado.
Una tribu que tributa para la
tribuna,
desbarata la barata lata de
nata
que recula de culata, no
calcula y cae de culo,
por eso se encula, con culpa
por la pulpa
del pulpo en el púlpito, que palpa
en el pelpa la pepa,
desenfrenada y encadenada a
la mala pata,
un plan que plantea plantar
plantígrados por todo el plantío,
un flan que flanquea y
palanquea, blanquea el bloqueo,
blandiendo el pulgar de la
pulga en el repulgue
que comulga el remilgo
prolijo,
en procura de locuras sin
cura:
la pala que pela una pila
y para la pera en la pira,
la raza que reza y enriza
la rama que rema una rima,
las valvas del bulbo en su
vulva.
Una púa capucúa fluctúa y
actúa,
insinúa que fragúa una fragua
de agua
que aguanta cuanta manta
espanta
el acaecido ciclo de
reconocidos y recocidos recodos;
reciclo un kilociclo ciclópeo
y encíclico
de ciclámenes
dictaminadamente ominosos,
un intrépido velocípedo pide
poda
y empaca con pocas pecas la
pica
que repica y replica como
réplica de una súplica
para que la pesca no parezca
una pizca;
derrocha a trocha mocha la
brocha gorda,
la antorcha y el sacacorcho
con que descorcha
a destiempo y con desánimo
nostalgia incidiosa,
incisa y odiosa diosa,
rabiosa de rabo rosa,
capciosa occisa que reposa
pomposa
a la vera de la verdadera
vereda,
acera donde hay laderas de
heladeras,
duraderas por ser duras de
veras,
y por maduras caen de
caderas,
en la luna lunera cascabelera
y una era que era una
que empero espera y se esmera
entera
por ser una mera cestera,
siestera y fiestera.
Acecha la mecha que abre
brechas
de chapas que chapotean la
canaleta
en chancleta y en bicicleta,
germinal animal criminal,
como barracuda picuda que
acude con escudo,
castiga el postigo con
látigos y pértigas,
guarda el ojo orejudo de su
ojota rota en jota,
en el robusto busto del
embuste injusto
que justamente ajusta las
dotes de justiciero,
con la vasta vista de lisas
risas y losas rosas,
lisonjas de lonjas de
lentejas lentas,
franjas de fajas de
berenjenas ajenas,
lidian diacríticas liturgias
líricas e idílicas,
con milicos de acrílico que
escriben en cirílico
verídicas verdades y lúdicas
ludopatías,
temerarias como obra
literaria descartada,
desacatada y destacada por ser
ante todo,
mas halagada y empalagada que
una
tarada tarta, talada y
destartalada.
No me hace mucha gracia la
desgracia,
pero desgraciadamente un
demente con bonete
me ha alumbrado y nombrado
como encumbrado ecuménico
mecánico numérico y
numismático neumático
de mi auto automático,
autómata que mata,
malacólogo hijo pródigo con
códigos y prólogos,
proctólogo de prolegómenos
engominados,
como cómodo engomado gomero;
comerciante contendiente y
contundente,
recurrentemente imprudente
que se despliega y repliega
como ciega palaciega,
esa polla que enrolla una
argolla,
para la olla y tira la
toalla,
así desolla el meollo del
asunto suntuoso
que se unta en la punta que
apunta
arriba, abajo, al centro y
adentro.
Me entrego a la intriga
de una hormiga de hormigón
que hormiguea el hormigero,
horma amiga que una miga
busca y así se las rebusca,
brusca y abrumada, atiborrada
de embarradas pedorradas y
morrudas burradas
que vociferan las altas
esferas,
cansada de las gansadas que
rebuzna el asno,
desdichado bicho trucho con
chucho
que esparce como yuyo un
chamuyo,
un chisme de chusma que
chasquea
cuzquea y husmea el humo que
vende;
así el negocio de su ocio
depende
de la fruta o la verdura que
perdura
como pera dura con soltura de
cintura,
en el catéter del cráter con
carácter
que desangra a tala rasa la
argamasa antisocial.
Rechina el chino parlanchín
que no quiere saber ni
siquiera
cómo corno se dice mandarina
en mandarín;
ancho de vincha que va lo más
pancho
como carancho o chancho con
roncha
en lancha por la ría
planchada
o anclado pescado en medio de
la nada,
signado por el designio
insigne
de ser signo misógino de la
ignominia;
y mientras oigo, roigo y
raigo el desarraigo,
imagino la imagen imaginaria,
ingente, inteligente e
inteligible,
regente de la gente, geronte
y gerente,
inerte detergente remanente y
eminente
que inminentemente caerá in
límine,
mientras enmiende con
remiendos
su mente que miente y mete
tientos a tientas, se tienta
de tiendas en las
trastiendas;
atiende por ende la onda que
anda linda
por la típica épica de otra
época,
otrora de poca ropa y viento
en popa,
con papas popes argentos que
me tienen
las vergoglios bien llenas...
Laguna Fantasma (Bariloche), Agosto de 2014